sábado, 10 de diciembre de 2022

Amor sempiterno

 He vuelto a soñar contigo, a pensarte, a relamerme pensando en tus labios carnales, y a recordar... Cierro los ojos y veo tus movimientos, como ondeabas el pelo con gracia o tu risa escandalosa. Han pasado meses desde que nos distanciamos, desde que elegí irme. En aquel momento pensaba que sería más fácil desvanecer tu recuerdo. Pero aquí sigo, rogándole algo de calor a la almohada que abrazo mientras te imagino. Huyendo de mi soledad con tipos de una noche. Vendiendo mi amor propio por sexo barriobajero que me va desgastando poco a poco. Escondiéndome del sol, de mi y de ti.

Es un dolor seco, un llanto ahogado, un vacío eterno y oscuro. Siento un agujero profundo dónde antes habitaba el amor por ti. Ese que sigue estando ahí, ahora ya sin dueño. Cómo un perro abandonado a su suerte, así callejea mi corazón pateado.

La hierba nos roza la piel mientras nos revolcamos por el césped como dos locos enamorados. El sol calienta nuestras caras cuando nos encuentra subidos al tejado de un hotel para señoritos. Las nubes nos dejan atrás y nosotros avanzamos hacia ninguna parte en tu coche desmantelado. Naves oscuras ven nuestros cuerpos desnudos y escuchan nuestros gritos al cantar. Te extraño. No quiero recordarte más.

Cierro los ojos de nuevo pidiendo al cielo que, cuando la noche pase, el mañana traiga consigo el olvido y se lleve para siempre esta parte de mi que aún es tuya.



domingo, 8 de mayo de 2022

Domingos

 Ya te he olvidado.

Eso me digo cada día al abrir los ojos, cuando busco cualquier excusa para hablarte.

Ya te he olvidado.

Me digo, mientras trato de encontrar la manera de no escribirte.

Te he olvidado.

Te dije el día que mis labios pronunciaron el "no puedo quererte"

Ya te he olvidado.

Y aún así sigo escribiendote relatos y canciones para no ser yo la que interrumpa esta distancia que han querido poner nuestros corazones.

Ya te he olvidado, aunque tú huella hace memoria.

Y los besos que no dimos se me congelan y me lloran.

Ya te he olvidado, ya te he olvidado.

Aunque permanezca inerte otra noche más pensado en poder, y no tenerte. 

Siempre tuya. M. G. T.





martes, 9 de noviembre de 2021

Apoya el cigarro en la encimera y mira con ternura a su derecha. Allí estaba, tan sumido en sus pesamientos, abstraido e indiferente... Mientras, ella, absorta por la opacidad de aquel hombre, comienza a delirar...
"Recuerdo que cuando era niña estaba segura de que, en algún momento de la noche, no habría nada ni nadie. Que todo sería desértico y oscuro. Las calles zozobrando soledad, y el viento viajando libre por las farolas solitarias.
Pensaba, que si encontraba ese justo momento donde el silencio carcome hasta el mas pequeño rincón, podría sentirme libre. Aislada de ojos ajenos. Paseando plácidamente por las pacificas travesias. Cruzando las calles sin temor a los coches.
O quizás, quedar con aquel extraño muchacho que tanto me gustaba en algún portal.
Ahora todo eso importa poco... Y todas aquellas fantasías se ven manchadas por borrachos, como yo, que a estas horas de la noche deambulamos en busca del alcohol, de pelea o quizás de algo que, simplemente, llene el vacío..."
Y allí estaban ambos, sin nada que decir, después de tanto tiempo... ¿Que les había pasado? ¿Cuántos años hacen falta para convertir a dos personas que, en algún momento quizás se quiseron, en dos completos desconocidos?
Él dá otra calada al cigarro y la mira. Joder, seguía igual de guapa. Pero, entonces, todo era distinto. Podía besarla, aunque no lo hacia. Podía llevarla a cualquier parte, aunque tampoco nunca lo hizo. O quizás sólo sostener su mano mientras bebían juntos, aunque siempre prefirió tener las manos ocupadas en otra cosa. Supongo, que lo importante era que podía hacerlo.
No diré que ahora es tarde. Sólo que ahora es distinto. Ambos cabalgan por extraños y dispares senderos, sin intención de caminar juntos de nuevo. Sólo que esta vez se habían cruzado, y ninguno de los dos tenía claro como podrían retomar aquello. Buscaban la forma mientras les invadía el silencio. La estupidez del momento cada vez ensordecia más, el maldito silencio pitaba en las entrañas de ambos.
Hasta que él, por fin, harto de no ser nada, de perderse en su vacío sin fondo de siempre, se giró y tendió su mano.
Pero para entonces, ella ya se había ido.

Rutina

Me hacía gracia, no puedo negarlo.
Daba igual la chaqueta que utilizara, siempre se encontraba un par de tapones de cerveza y algún que otro mechero.
Yo siempre he pensado que era alguien especial.
Pero envejecía.
Su piel aún se mostraba tensa, tan blanquecina como siempre. Pero su mirada emanaba amargor. Un amargor tan denso que casi nunca podías creer su sonrisa.
Se hacía viejo y yo lo sabía.
No podía evitarlo, pero me daba rabia. Estallaba en coraje cada vez que traía de nuevo una actitud pasiva.
¿Dónde quedó la explosión de emociones que era antaño? 
No podía, no sabía recuperarlo.
Y me dolía, me dolía profundamente. Pero no podía hacer más que aguardar a verlo llegar de nuevo con su chaqueta negra llena manchas y olor a tabaco. Hay cosas que nunca cambian.
Realmente, no sé que le hizo envejecer. La gente dice que fue el tiempo. Yo, sinceramente, creo que fue rodearse de cuerdos día tras otro. Asfixiando, retorciendo las ganas, haciendo de todo tan poquita cosa...
Donde él veía un logro, los demás apremiaban con desprecio.
Si encontraba una nueva salida, le empujaban a la misma entrada de siempre.
No me gustaría que se malinterpretaran mis palabras, no fué culpa de nadie que terminara desvaneciéndose.
Pero todo esto le mató. En conjunto. La normalidad hizo que terminara volviéndose lo que siempre odió. En todos aquellos que el llamaba "locos".

lunes, 24 de agosto de 2020

Miradas

 Y ahora mira mis ojos negros y recuerda como eran hace un par de años

Llorosos, empapados en lágrimas. ¿Puedes ver la melancolía?

Y ahora cierra tus ojos fieros y espera a ver que se siente. Aún no te lo he arrebatado todo y ya puedes notar el pesar en ti.

Y por último miremosnos más allá de los ojos. Juntos. Como antaño. ¿Sientes algo?

Yo tampoco.

Hasta cuándo.

 Es absurdo que mi mayor miedo sea no saber que decir y a la vez tener problemas por no saber callarme.

Es absurdo quererlos a todos e intentar no tener cerca a nadie.

Extrañar lo que me ahoga y maquillar el amor con falsa indiferencia.

¿Cuál es la salida o la entrada al camino correcto? 

No sé en que momento se torcieron las cosas.

Cuando dejé de mirar la luna o de intentar escuchar la respiración de los árboles cuando atardece.

Ahora toda mi vida se transforma en una constante fatiga aliviada por finos destellos de embriaguez.

No veo el fin. Y eso me asusta.

Tan solo soy capaz de atisbar a lo lejos el olor del aprecio que aún alguien mantiene por mi. Diria que no me importa, si fuese cierto.

Por más que el desasosiego me mantiene en vilo mirando una y otra vez las manecillas del reloj el tiempo no pasa.

Ese mismo tiempo que antaño fuese tan efímero hoy recorre lentamente, con tristeza y melancolia un camino finito.

¿Cuánto más? Ese mal que no dura cien años... ¿Cuánto más puede durar?

Quizás este sea mi purgatorio. Condenada a revivir mis pecados sin poder ser indiferente ni al más minimo detalle.

Cuánto más.... Cuánto más...

miércoles, 4 de marzo de 2020

Noches infinitas

No, no está bien.
¿Cómo puedes, querida, querer cerrar algo tan abierto como el cielo?
Huelo tus escusas y tus idas con nombre.
La constante vigilancia te esta consumiendo, sabiendo que; no hacer nada, no va a evitarlo.
Y aqui te encuentro otra noche, contando estrellas para conciliar el sueño, o tal vez, para que tu dolor perdone al orgullo.
No está bien, mi lucero.
Pero sólo por esta noche me accurrucaré a tu lado, lameré tu cielo abierto, y haré brillar más las estrellas para que te sea mas fácil contarlas.
Duerme linda, duerme.
Hoy estas a salvo de ti misma.