He vuelto a soñar contigo, a pensarte, a relamerme pensando en tus labios carnales, y a recordar... Cierro los ojos y veo tus movimientos, como ondeabas el pelo con gracia o tu risa escandalosa. Han pasado meses desde que nos distanciamos, desde que elegí irme. En aquel momento pensaba que sería más fácil desvanecer tu recuerdo. Pero aquí sigo, rogándole algo de calor a la almohada que abrazo mientras te imagino. Huyendo de mi soledad con tipos de una noche. Vendiendo mi amor propio por sexo barriobajero que me va desgastando poco a poco. Escondiéndome del sol, de mi y de ti.
Es un dolor seco, un llanto ahogado, un vacío eterno y oscuro. Siento un agujero profundo dónde antes habitaba el amor por ti. Ese que sigue estando ahí, ahora ya sin dueño. Cómo un perro abandonado a su suerte, así callejea mi corazón pateado.
La hierba nos roza la piel mientras nos revolcamos por el césped como dos locos enamorados. El sol calienta nuestras caras cuando nos encuentra subidos al tejado de un hotel para señoritos. Las nubes nos dejan atrás y nosotros avanzamos hacia ninguna parte en tu coche desmantelado. Naves oscuras ven nuestros cuerpos desnudos y escuchan nuestros gritos al cantar. Te extraño. No quiero recordarte más.
Cierro los ojos de nuevo pidiendo al cielo que, cuando la noche pase, el mañana traiga consigo el olvido y se lleve para siempre esta parte de mi que aún es tuya.